El color es una ilusión, no son elementos descodificados por nuestro cerebro, sino creados por el mismo. El color es energía, es un fenómeno electromagnético, luz reflejada y absorbida por los objetos.
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Una imagen vale más que mil palabras. Al tratar de capturar la atención de nuestra audiencia hay que aprovechar cada oportunidad que tenemos para comunicar efectivamente nuestro mensaje. Las personas tienen cada vez periodos de atención más cortos, lo que hace la transmisión del mensaje un proceso más complicado. En un tiempo en el que la prioridad pareciera ser llamar la atención, nos olvidamos que lo más importante es transmitir el mensaje y no solo provocar, sino mantener la atención del público. El comunicar es improductivo si el mensaje no es retenido por la audiencia. Con los pocos segundos que contamos para informar, debemos mostrar, no decir. Mediante el uso de elementos visuales efectivos que conformen un diseño óptimo, podemos empoderar nuestra comunicación. Aquí, es donde entra la composición. Este aspecto de la comunicación gráfica es la parte primordial del diseño, así como el más amplio y en mi opinión un tanto abrumador, ya que abarca prácticamente todo lo que es el diseño. Requiere de la exploración del uso de las formas, espacio, colores, conceptos de proporción, flujo visual y agrupación para crear una solución comunicativa fuerte que transmita el mensaje de la forma más efectiva. Es crear un balance y un orden de forma hábil y artística al combinar partes o elementos para formar un todo. Es lograr que este todo sea más que la suma de sus partes. Son todos los factores mencionados anteriormente los que pueden volver a la composición un tanto abrumadora. Implica la aplicación de un sinnúmero de conceptos. Sin embargo, se aprende diseñando una y otra vez, hasta que un día todo venga de forma natural. La meta de cualquier diseñador gráfico debería ser transmitir un mensaje efectivamente, ya sea a través de palabras, imágenes o tipografía, con el objetivo de obtener el efecto más ventajoso. Implícito en lo anterior, se encuentra la identificación adecuada del público meta. El diseñador no puede darse el lujo de orientar su mensaje a toda la población. Esto no quiere decir que deba excluir a todas las personas que no pertenezcan a su público seleccionado, sino que su audiencia escogida le permitirá enfocar su mensaje y por lo tanto se le facilitará la determinación del medio y forma de comunicación.
Independientemente del medio seleccionado, lo primordial es recordar que la audiencia manda. Un comunicador visual debe conocer y entender plenamente a su público meta. Cualquier campaña creativa exitosa debería estar respaldada por una investigación profunda que asegure que la propuesta elegida, es la más beneficiosa para las necesidades comunicativas. Para lograr lo anterior, se deberán tomar a consideración factores como: • Edad • Ubicación • Género • Nivel de ingresos económicos • Nivel de educación • Estado Civil • Ocupación • Origen étnico Otra manera de conocer a nuestro público meta es mediante los procesos de validación. Estos vienen a reforzar la importancia de los gustos, opiniones, críticas y pensamientos de nuestra audiencia. Escuchar a nuestro público, responder a sus necesidades y garantizar su comodidad son prácticas esenciales tanto en los procesos de validación como en la transmisión de la propuesta comunicativa final. Definir, entender y conocer a nuestro público meta es un aspecto difícil, pero una vez hecho, simplificará enormemente el proceso comunicativo. El público está presente en todas las etapas del proceso de diseño. Serán sus gustos, necesidades y características las que moldearán el mensaje, su contenido, forma y medio de transmisión. Las preferencias personales de un diseñador no deberían intervenir en su trabajo. Los comunicadores gráficos no diseñamos para nosotros mismos, sino para nuestra audiencia. |
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Noviembre 2015
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